sábado, 3 de abril de 2010

DE LA LIGA JUVENIL COMUNISTA A LA UNIÓN DE JÓVENES COMUNISTAS.

Joven cubana en los primeros años de la Revolución.
Cuba tiene el privilegio y el orgullo de ostentar una pléyade ilustre de jóvenes que han sido actores directos del proceso de lucha, del logro del triunfo de la Revolución y de la construcción del proceso socialista que hoy en día es ejemplo digno para muchos pueblos del mundo.
No intentaré hacer el papel de catedrático en historia, pero creo muy justo, en este 4 de abril, hacer el alto reconocimiento a todas y todos aquellos jóvenes que dieron su vida por la obra digna de la Revolución y por todas y todos los actuales jóvenes que siguen enriqueciéndola con su actuar en las diferentes tareas de la sociedad, enfrentando los ataques del imperio norteamericano y sus lacayos; así como en el campo de la solidaridad en la esfera internacional: escribiendo páginas de inmensa belleza.

Por Gustavo de la Torre Morales

El Partido Comunista de Cuba (PCC, creado en 1925 por Julio Antonio Mella y Carlos Baliños), entró en la clandestinidad desde sus inicios, debido a la fuerte persecución a que estaban sometidas las fuerzas de izquierda. Los miembros del PCC eran objeto de cruda cacería por parte del gobierno de Gerardo Machado, el cual ejercía represión; principalmente a todo lo que pudiera dar indicio de simpatía con el movimiento comunista que se desarrollaba en Europa (la Unión Soviética).

Gracias a la experiencia adquirida por Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena, el Partido comprendió la necesidad de acercarse al seno de la masa juvenil obrera, estudiantil y campesina pobre, organizándola en actividades patrióticas contra la opresión imperialista, la explotación capitalista y por la liberación nacional de Cuba. La tarea más importante para el PCC era organizar a la juventud en la lucha por los grandes ideales de independencia y libertad legados por José Martí. Por tal motivo, en 1928, a propuesta de Rubén Martínez Villena, el Comité Central del PCC nombra una comisión integrada por Higinio Ordoqui, Isidro Figueroa y Fabio Grobart, la cual se encargaría de organizar la Liga Juvenil Comunista (LJC). La misma tendría, desde el punto de vista ideológico, una definición marxista-leninista; desde el punto de vista político, llevaba la línea del Partido en la lucha de masas contra la tiranía machadista (lacayo del imperialismo yanqui) y contra la explotación de los obreros y campesinos.

Emblema de la Liga Juvenil Comunista.
El éxito se encontraba en establecer lazos estrechos entre la juventud trabajadora y estudiantil; teniendo en cuenta que aun cuando existía gran descontento dentro de esta masa, pero se encontraba sin dirección política y paralizada por la represalias.

Los primeros contactos comenzaron con la masa juvenil trabajadora y en menor grado con la estudiantil; aunque después se fortalecieron en gran por ciento, siendo la base para el desarrollo de la Liga en el plano político y orgánico.

El acercamiento y el buen trabajo desde sus inicios se proporcionaron a la inteligente combinación del trabajo legal con el ilegal. Por tanto, la ilegalidad obligaba a unir a los jóvenes en organizaciones públicas de corte cultural o social; las cuales poseían un carácter recreativo y se denominaron Juventud Cultural Deportiva Obrera. Las primeras se inscribieron en Luyanó, Regla y San Antonio de los Baños (en La Habana) y posteriormente se extendieron al interior del país, como Santiago de Cuba y Santa Clara.

Estas asociaciones se abrían, generalmente, en lugares donde abundaran centros de producción y transporte, y donde se encontraran grandes masas de jóvenes laborando. A estos locales, también asistían algunos estudiantes, lo cual ayudó al acercamiento de ambos sectores juveniles; apoyándose principalmente en la labor iniciada por Julio Antonio Mella con la universidad José Martí.

La actividad cultural se enlazaba con la de carácter social e ideológica. Tomando medidas extremas, ya que la policía secreta se infiltraba en toda actividad social y tomaban nota de todo para después actuar con represalias, se daban explicaciones de las divisiones de clases y sobre la lucha de los pueblos por la independencia. Jóvenes intelectuales como Sara Pascual y Bernal del Riesgo ayudaban en el esclarecimiento de las inquietudes sobre el contenido mencionado anteriormente.

Para llegar a mayor cantidad de jóvenes, la Juventud Cultural Deportiva Obrera legalizó la edición del periódico mensual llamado “Juventud Obrera”; que independientemente que la dictadura machadista la ilegalizó, continuó editándose como “Órgano Central de la Liga Juvenil Comunista”.

Las relaciones entre la juventud y el PCC, a través de la Liga Juvenil Comunista, dio la posibilidad de llegar a ellos con círculos de estudio, donde entre otras cosas las charlas se centraban en objetivos programáticos y principios de organización de la Liga y el Partido.

De esta forma, los jóvenes trabajadores comienzan a prepararse para enfrentar al sistema imperante; por el vínculo que se establece entre ambos sectores y el propio PCC, el centro de la actividad de los militantes de la LJC se traslada de los clubes deportivos y culturales a los gremios obreros, conllevando una nueva forma de organización, más ajustada al sector: las Secciones Juveniles en los sindicatos. Los centros de trabajo, las plantaciones, las minas, grandes establecimientos comerciales, estaciones de transportes, planteles de enseñanza, zonas campesinas, centrales azucareras y demás, fueron el epicentro de trabajo de lucha de la Liga y el Partido Comunista.

El trabajo culminante de la Liga y los sindicatos juveniles se muestra en la estrecha relación de organización que se establece con el Partido Comunista y la Confederación Nacional Obrera de Cuba (encabezados por Rubén Martínez Villena) en el aseguramiento de la huelga general del 20 de marzo de 1930, la cual paralizó la vida económica del país durante 24 horas.

Debido al éxito, la inspiración sacude a los jóvenes de los rezagos de apatía contra la prorroga de poderes de Machado (en 1928) y en una fuerte línea de acción común, los jóvenes obreros y estudiantes se unen en la manifestación del 30 de septiembre del mismo año. Después de esta acción muchos jóvenes se unieron a las filas de la Liga.

El éxito del trabajo de la Liga se muestra en la celebración de su primera Conferencia Nacional (realizado en la plena clandestinidad en 1931).

Los jóvenes militantes de la liga fueron un puntal esencial de apoyo al PCC en la constitución del primer sindicato azucarero y en la organización de las huelgas del sector por el establecimiento del horario de 8 horas de trabajo, en contra del pago en vales y fichas, y en contra de los brutales desalojos al campesinado realizados por la Guardia Rural; también en la organización de lucha contra la discriminación racial de los negros en parques, en la Universidad y en las clínicas de los centros regionales.

La Internacional Juvenil Comunista, que radicaba en Moscú, aceptó a la LJC como miembro de la misma, después de una petición realizada en 1933, y en septiembre-octubre de 1935, la Liga participó en el VI Congreso de la Internacional como un miembro con derechos plenos a aportar ideas y criterios políticos.

La Liga tuvo sus mártires en sus enfrentamientos contra la dictadura machadista: Marcio Manduley, Mirto Milián, América Lavadí y entre otros también Francisco Gonzáles Cueto (Paquito, miembro de la liga de los pioneros, constituida por la Liga en 1931, este último fue asesinado al asistir al entierro de las cenizas de Julio Antonio Mella, el 29 de septiembre de 1933).

En la etapa sucesiva (1935-1937), la Liga casi deja de existir producto de las horrendas represalias. Como resultado, los sindicatos fueron prácticamente disueltos, el despido fue masivo, la prensa revolucionaria amordazada y los partidos revolucionarios puestos fuera de la ley. En lo concerniente a la Liga Juvenil Comunista, según Severo Aguirre en “Recuerdos de la LJC”, casi el 50 por ciento de sus militantes fueron encarcelados, torturados o asesinados. El escenario de Cuba se enlazaba con el creciente avance del fascismo.

Conrado Carratalá. Esbirro de la tiranía.
Tomándose en cuenta la "cacería" establecida por el gobierno imperante, en el VI Pleno del Partido Comunista (el 21 y 22 de octubre de 1935), se toma el acuerdo de ayudar a los jóvenes en su organización interna, con un programa diferente al del Partido, pero manteniendo su contenido político, social, cultural, económico y antiimperialista.


De esta forma, en 1936, surge una nueva organización juvenil, legalizada, denominada "Hermandad de los Jóvenes Cubanos", la cual propagaba un programa patriótico, de unidad del pueblo de Cuba; así como del ideario martiano.

El Primer congreso de la Hermandad de los Jóvenes Cubano se realizó el 28 de enero de 1938. Ese fue el período de la lucha contra el fascismo (de Cuba se sumaron jóvenes a contingentes que estuvieron en España); también fue la época de las movilizaciones a favor de México insurgente (enfrentado al imperialismo yanqui bajo la presidencia de Lázaro Cardenas); era la época de la lucha por los negros de Scottboro (víctimas de la injusticia y la discriminación blanca norteamericana); época de lucha tenaz contra la dictadura y el terror del gobierno de turno y época de la movilización por una Constituyente. Este primer Congreso se realizó en los salones de los jardines de la cervecería Tropical, con más de 200 delegados en representación de más de 20 000 afiliados.

En 1937 surge otra organización juvenil llamada "Agrupación de Jóvenes del Pueblo", mucho más politizada y con el objetivo de establecer su lucha por la convocatoria a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana.

El trabajo de ambas organizaciones dio paso a la lucha organizada que ayudaron al boicot de las elecciones parciales de 1938, bajo la consigna: “Constituyente primero, elecciones después”.

Desde el 29 de agosto al 3 de septiembre de 1939, se llevó a cabo la Convención Juvenil Constituyente, la cual se realizó en la Escuela Técnica Industrial de Rancho Boyeros (La Habana). A esta Convención asistieron jóvenes de diferentes organizaciones: Juventud Masónica (AJEF), Asociación de Estudiantes de la Segunda Enseñanza; de Escuelas de Comercio, Oficios, de Arte; Clubes Juveniles Campesinos; Asociaciones de Jóvenes Protestantes, Bautistas, Presbiterianos, Jóvenes Auténticos de las Federaciones Provinciales de lucha contra la discriminación, entre otras. Esto fue una muestra de unidad total de la juventud cubana.

En 1941, ambas organizaciones se fundieron en la "Juventud Revolucionaria Cubana" y que posteriormente sería "Juventud Socialista", constituida oficialmente en noviembre de 1944. Ya en 1940 se había realizado un acto en el Teatro Nacional de La Habana, donde se discutió el programa de la nueva organización, con el lema: “Unidos, por Cuba y la Juventud”.

Los militantes comunistas de la anterior LJC se agruparon en células juveniles del Partido Comunista, creándose una Comisión Juvenil adjunta al Comité Central y en las organizaciones intermedias. Además, ya se comentaba la necesidad de crear una organización juvenil definida políticamente con el partido, la cual fue fundada el 18 de noviembre de 1944, en los salones de la “Artística Gallega” y con la presencia de Juan Marinello.


En la nueva organización, "Juventud Socialista", su membrecía tendría un carácter selectivo; aunque la misma alcanzó una gran masa, teniendo en cuenta la simpatía que despertaron las ideas socialistas por el prestigio de las tropas soviéticas frente al fascismo alemán. Su lucha movilizativa y propagandística se desarrolló a través del periódico “Mella”.

En el seno de la Juventud Socialista estuvieron compañeros muy valiosos que se fueron desarrollando como cuadros hasta el triunfo de la Revolución, ellos son: Isidoro Malmierca, Risquet Valdés, Joel Domenech y Lionel Soto.

En noviembre de 1945, Cuba pudo participar en el Congreso Mundial de Juventudes Democráticas, en Londres, con una delegación compartida por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), el Movimiento Juvenil Antiimperialista, la Central de Trabajadores de Cuba, Sección Juvenil del Partido Revolucionario Cubano y la Juventud Socialista.

El papel de la organización fue vital en la lucha contra los gobiernos de Grau San Martín y Carlos Prío Socarras, los cuales se prestaron para la maquinaria imperialista de la llamada guerra fría.

Amén del servilismo del gobierno a los intereses imperiales, el imperialismo yanqui no toleraba al gobierno de Prío, ya que lo caracterizaba como débil, flojo y de un lenguaje tolerante con concesiones hacia las masas; además, se acercaban las elecciones y el imperio no podía permitir que las fuerzas de la Ortodoxia triunfaran, máxime cuando ésta contaba con el apoyo del Partido Socialista y que aseguraba la derrota de los candidatos de la reacción. Por tanto, el imperio preparó el golpe de estado del 10 de marzo de 1952, cogiendo como su ejecutor el reaccionario Fulgencio Batista.

La Juventud Socialista tuvo un papel fundamental en la denuncia del golpe de estado y en la organización y concientización del pueblo en la lucha contra la opresión a que Cuba estaba sometida.

Es de destacar, en la historia del movimiento juvenil cubano, las actividades realizadas por las diferentes organizaciones con motivo del Centenario Martiano a finales de 1952, movimiento que terminó con el Congreso de Unidad Martiana, el 28 de enero de 1953, dio como fruto la primera Marcha de las Antorchas.

Las consecuencias de los sucesos de los asaltos a los cuarteles Carlos Manuel de Céspedes y Moncada se vieron rápidamente con la reacción de los esbirros batistianos. Todas las organizaciones juveniles y movimientos de izquierda se vieron reprimidos con mayor agudeza. Asaltaban los locales, detenían, torturaban o asesinaban a jóvenes (principalmente). Los mecanismos de represión del gobierno batistiano se endurecieron, pero esto no menoscabó el coraje de la juventud.


Fructuoso Rodríguez, José Antonio Echeverría y otros jóvenes en una manifestación.

Desde 1953 hasta el triunfo de la Revolución, la juventud siguió jugando roles de gran importancia para la lucha por la liberación nacional y el establecimiento de un sistema que protegiera al ser humano como factor fundamental del desarrollo de la sociedad, que fuera solidario y respetara la dignidad y los derechos humanos.

El propio Ejército Rebelde, junto con la Juventud Socialista, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, y demás organizaciones fueron esenciales para lograr el triunfo final de la Revolución el primero de enero de 1959.

En el proceso de la Revolución, la juventud continuó siendo un sector esencial en el proceso de transformación social. La unidad del pueblo en torno al Ejército Rebelde y sus líderes, la defensa de la causa revolucionaria contra los ataques del imperialismo yanqui y la contrarrevolución pagada por el imperio; y la necesidad de organizar a la juventud para el cumplimiento de las tareas encomendadas para el desarrollo de la Revolución, fueron los factores determinantes para lograr la integración del movimiento juvenil cubano.

Los jóvenes del Movimiento 26 de Julio, de la Juventud Socialista, del Directorio Revolucionario y de otras organizaciones se agruparon en un solo bloque, bajo la idea del Comandante Ernesto Che Guevara, la cual se denominó "Asociación de Jóvenes Rebeldes" (AJR), fundada en octubre de 1960. La misma surgió para encauzar la vida de miles de jóvenes y adolescentes, desempleados y con bajo nivel escolar. Con un carácter semi-militar, la AJR agrupó a más de 20 000 jóvenes que forjaron su voluntad, carácter y entereza revolucionaria en el escenario del Ejército Rebelde.


El Comandante Fidel Castro compartiendo junto a jóvenes y trabajadores.

En la pujanza de la Revolución, la AJR se había enrolado en la lucha contra la contrarrevolución alzada en las sierras del Escambray (Villa Clara), en la defensa de Cuba al producirse la invasión mercenaria por playa Girón; también se había enrolado en la Campaña de Alfabetización y en la creación de las Brigadas Juveniles de Trabajo Revolucionario (las cuales se desplazaron a las áreas más atrasadas del país para transformar el decadente escenario dejado por el gobierno de Batista).

El escenario internacional de constantes agresiones en la que Cuba se encontraba, mucho más con las decisiones tomadas por la Organización de Estados Americanos (expulsando a Cuba de la misma por manipulaciones del gobierno norteamericano), demostraron la incompatibilidad del imperialismo con la autodeterminación de los pueblos de América Latina para lograr la plena independencia; sin embargo, estos fueron motivos para enardecer en los jóvenes cubanos el ardor patriótico y amor sin límites a la Patria.

En dos años de trabajo, se consolidó la unidad inquebrantable de las filas de la AJR. De esta manera, el 14 de febrero de 1962, El Comité Nacional de la Asociación de Jóvenes Rebeldes convocó a su Primer Congreso Nacional, que se realizó del 31 de marzo al 4 de abril de 1962. Este Congreso se convocó teniendo en cuenta la necesidad de fortalecer aun más la masa juvenil con la preparación político-ideológica y mejorar el funcionamiento interno de la organización, la cual se convirtiera por sí misma en la organización marxista-leninista de la juventud cubana y cantera directa del futuro Partido Unido de la Revolución Socialista.

En el Congreso de la AJR asistieron 596 delegados, de ellos 295 eran obreros (49%), 118 campesinos (19%) y el resto procedía de los comités estudiantiles. Además, asistieron 42 delegados procedentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, estudiantes de las universidades del país y escuelas especiales; así como 180 delegados profesionales, 52 extranjeros y 35 de la Dirección Nacional.

En este Congreso, los jóvenes discutieron sobre los siguientes temas: El trabajo agropecuario, la cultura, participación en los planes de la educación obrera y campesina; el trabajo con los niños, la producción y el trabajo de la organización en la esfera propagandística.

Finalmente, se acordó asumir el nombre de "Unión de Jóvenes Comunistas" (UJC). El acto de clausura se efectuó en el Estadio Latinoamericano del Cerro (La Habana), presidido por el Comandante Fidel Castro y la presencia de representaciones diplomáticas de países amigos y los delegados fraternales de 33 países.


Emblema de la Unión de jóvenes Comunistas, con las imágenes de Julio antonio Mella, Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, representando: Estudio, Trabajo y Fusil.

Aquí tomaron la palabra varios de los dirigentes de la nueva organización; también el Vicepresidente de las Juventudes Democráticas, Mamut Yafar, y se terminó la clausura con las palabras del comandante Fidel Castro.

“Por todo lo que han hecho los jóvenes, por todo lo que han hecho en la historia de la Patria, por lo que han hecho en la historia de nuestra Revolución es por lo que nosotros creemos en los jóvenes… Creer en los jóvenes determina una conducta, y nuestra conducta de dirigentes revolucionarios no sería la misma si no tuviéramos fe en los jóvenes.”

La Revolución necesita que cada joven tenga en sí mismo una gran confianza, la Revolución necesita que cada joven tenga en sí mismo un alto sentido de la responsabilidad”

Es importante que nuestros jóvenes tengan presente que su obra, su ejemplo, no solo será útil a la Patria sino que será útil también a todos los pueblos de América Latina”.

Jóvenes cubanos manifestando su apoyo a la Revolución Socialista de Cuba.


Biografía:
Cincuenta Aniversario de la Liga Juvenil Comunista 1928-1978. Editorial ORBE. Ciudad de La Habana, 1980.
I Congreso Nacional de la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Archivo Histórico de la UJC, 1988.

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