martes, 30 de mayo de 2017

Formando a la próxima generación de asesinos

Tomado de Misión Verdad.
Por Salvador Maurera S.

"Asesinar es bueno, es emocionante; linchar a un chavista te convierte en héroe y en paladín de la libertad". Ese es el mensaje de fondo que el fascismo le está incrustando a la actual generación de niños y adolescentes con su propaganda y su acción. Que un asesino goce de impunidad es ya suficientemente grave; que además sea premiado y aplaudido por asesinar y linchar, ya es un crimen de lesa humanidad.
No hace falta ninguna lectura especializada y ningún postgrado en sicología social para ir dándose cuenta del daño estructural, de la psique o la mentalidad, que la dirigencia proempresarial les está infligiendo a sus muchachos. Hace rato se está perdiendo en todo el mundo, a causa de la metástasis de cierta parcela gigantesca de Internet, la batalla social en contra de la libre difusión de materiales audiovisuales perversos (asesinatos, accidentes espantosos, pornografía ilegal) con la que los muy jóvenes no logran lidiar sin sufrir algún daño o efecto interior. En el caso venezolano se pretende dar varios pasos más hacia el abismo: el fascismo quiere captar masivamente a los muchachos, no para que presencien videos perversos sino para que sea su protagonista. Para que acose, destruya y asesine en cayapa. Asómese a los videos y fotografías donde alguien es incinerado, golpeado o despedazado, y deténgase a leer los comentarios excitados y triunfales de los usuarios: el sufrimiento y la muerte de los otros (de nosotros) es una droga dura, potente, alucinante.
Ese disfrute malvado de ver al sujeto odiado padeciendo torturas ya no es patrimonio de la deep web, ya no hay gore clandestino. El "Hágalo usted mismo" ha llegado al territorio del crimen: si el muchacho se lo propone puede cometer crímenes espantosos a la usanza del narco mexicano, el paraco colombiano y el ISIS. Y no sólo "puede", sino que le está siendo premiado con dinero y con una nauseabunda propaganda: disfruta de tu crimen, que no irás a la cárcel y además te graduarás con el título de "luchador por la libertad".
¿Y qué tal la posibilidad de ganarte una plata eliminando comunistas? De Colombia nos llegan las referencias de dos instituciones que han perfeccionado esta misión cumbre de las hegemonías mundiales: Blackwater y la Escuela Superior de Guerra. La primera, un ejército privado, proveedor y formador de mercenarios; la segunda, un instituto universitario de las Fuerzas Armadas colombianas. Lo que esos entes han llevado a altísimos niveles de organización y reconocimiento transnacional se está ensayando en Venezuela en el nivel más empírico y callejero. La actual guarimba venezolana es a la Escuela Superior de Guerra lo que un curso de primeros auxilios es a la facultad de Medicina de cualquier universidad; los fabricantes de puputov son caricaturas grotescas de los científicos que diseñan armas químicas.
La perspectiva actual e inmediata es de por sí bastante preocupante: el montón de jóvenes que debería estar pensando en una formación ciudadana y en el oficio que pudieran desempeñar para ganarse la vida con un mínimo de decencia y aportarle algo a la sociedad, está siendo captado para que salga a destruir y matar. Pero la perspectiva futura es todavía más lamentable: cuando usted acostumbra a un adolescente a matar; cuando lo enfrenta a la fortísima emoción de perpetrar un degollamiento o muerte a golpes de una persona sólo porque "alguien le dijo" que se trata de un infiltrado, después para sacar a ese joven de ese vicio monstruoso y convencerlo de que es más reconfortante el trabajo o el estudio, costará enormes esfuerzos que, evidentemente, ningún partido o institución de derecha asumirá después. Un muchacho al que se le estimula y habitúa a matar a los 14 ó 16 años no encontrará después nada más excitante ni factible que el oficio de matón.
Salvando gigantescas distancias éticas, pero conservando la esencia del fenómeno que vamos a citar, es bueno fijarse en lo que ocurrió en la Venezuela posterior a la Batalla de Carabobo. Miles de aquellos muchachos que combatieron de lado y lado, cumplida ya la misión que les asignaron las hegemonías del momento (los mantuanos criollos y el ejército español) quedaron de pronto sin "trabajo", pues con la retirada de los españoles se suponía que la guerra había concluido. Esos jóvenes que cambiaron la esclavitud de las minas y plantaciones para ser usados como carne de cañón en batallas que engrandecieron y enriquecieron a otros, quedaron desparramados por los poblados y ruinas de aquel embrión de la Venezuela republicana. Los esclavos "libres" no recibieron ni tierras, ni bienes, ni opciones de vida, sino sólo la declaración de libertad y un par de discursos y monumentos a algún compañero de clase inmortalizado (Negro Primero, Rondón).
Como lo único o lo que "mejor" sabe hacer un combatiente pobre y sin formación que, lo que sólo ha hecho en la guerra es asaltar, agredir y matar, en poco tiempo se conformó en todo el país un fenómeno poco estudiado: la proliferación de bandas de asaltantes de caminos, que no obedecían órdenes de nadie y a nadie le rendían cuentas ni pleitesía, y pasaron a la historia con el nombre de "Los Güires". A los güires se les sometió a brutal persecución y exterminio, ya que se convirtieron en azotes de comerciantes y de todo aquel que pareciera acomodado. Ese fue el destino de los antiguos combatientes por la libertad (que en este caso sí lo eran, con todas las de la ley) que no murieron peleando con Bolívar desde Colombia hasta Perú.
El curso introductorio, el propedéutico que han recibido los actuales principiantes y aspirantes a asesinos profesionales, han sido los muchos tutoriales disponibles en la web (no enlazamos ningún portal desde aquí para no contribuir con la "formación" de unos ni con la perturbación de otros). Y el curso práctico con sus profesores o modelos a seguir por son los centenares de mercenarios que ya se activaron en las principales ciudades de Venezuela.
No hemos madurado lo suficientemente esta reflexión como para concluir si nos parece erróneo o acertado el que, mientras el fascismo entrena a sus muchachos para cometer asesinatos, nosotros estemos dedicándole todos nuestros esfuerzos al proceso constituyente. Ellos formando a su generación de relevo para la guerra y nosotros formando a la nuestra para la discusión y redacción de leyes. Ya maduraremos mejor estas preocupaciones.

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